lunes, 6 de marzo de 2017

Sobre cómo sacar el lado positivo ante las adversidades.

El pequeño incidente del que hablé en el último post, me ha llevado a estar dos semanas en casa de mi padre. Los dos solos. Sin Jorge. Sin mi madre. Se ha dado la curiosa casualidad de que ha sido justo en el aniversario de su muerte. Creo que ahora es que él ha empezado a superar su pérdida. Es curioso el devenir que tomó su duelo. Mi análisis ha sido que para él fue tan doloroso, que... no se lo esperaba, ya que nunca tuvieron una relación idílica de amor. De modo que, cuando le faltó, como no podía entender tanta amargura, su cabeza le empezó a enviar mensajes de que ella, en el fondo no se merecía tanta pena, porque en sus 46 años de matrimonio no había sido una buena esposa. Construyó argumentos negativos en función de retazos de las historias que ella contaba de su vida en el país del que procedía. Tuvimos varios enfrentamientos a causa de todo ello, ya que, por mucho que uno entienda el proceso psicológico por el que él estaba pasando, el hecho de que de forma sistemática se desprestigie a alguien tan importante en tu vida y que ya no está presente... es difícil de aceptar. Pero ahora, después de cinco años, creo que ya lo ha podido asimilar e interiorizar en su vida. 

Este accidente, por otro lado, ha propiciado que diéramos un paso muy importante que ambos habíamos ido relegando en el tiempo, esto es, entrar en la habitación de mi madre, que hasta ahora había permanecido intacta, en sus cajones, en su armario e ir tirando todo lo que después de este tiempo inevitablemente no servía y ver si lo que sí sirve, puede serle de utilidad a otra persona. Mi padre en este momento necesita la presencia de alguien que lo acompañe a tiempo completo y esa persona tendrá que dormir en la que era la habitación de mi madre, que está junto a la suya. He tirado mucho, pero también he guardado bastante y, en medio, me he encontrado pequeños tesoros, como una pequeña cartita diciéndome lo mucho que me quería y lo orgullosa que se sentía de mi... fechada en el 2003!!! 

Sigo pensando que, como en todo, es importante respetar los ritmos individuales. A nosotros no nos ha surgido la necesidad de hacer este trabajo de "limpieza" antes. No creo en los plazos impuestos. Cada uno tiene una forma de andar. La casualidades de la vida han llevado a que la señora que va a acompañar a mi padre al menos en los próximos meses, sea del mismo país que mi madre, del que acaba, recién, de llegar, y que no tenga prácticamente nada de ropa. Casualidad? Causalidad? Destino? Karma? La vida...  

Muchos vecinos y familiares han desfilado por la casa para visitar al convaleciente, demostrando una vez más, la fuerza de la red de apoyo vecinal que aún queda en los pueblos pequeños. Por la calle, eran muchos los que me paraban para preguntar por su evolución. Mi tía, mayor que mi padre y convaleciente también de una caída reciente, todas las tardes se venía hasta nuestra casa, con muletas, para que no pasáramos la tarde sin compañía. A un albañil, amigo de mi padre, se le pidió que quitara el plato de ducha y lo sustituyera por gresite; al día siguiente comenzó la obra por la mañana y por la noche estaba terminada. "Nosotros los albañiles, somo como los médicos" me dijo, "si hay una urgencia, se deja lo que uno esté haciendo y se hace lo que es necesario"

Además, el hecho de que coincidiera en el tiempo con el carnaval ha propiciado tener la oportunidad de saborear las sopas de miel. Postre que se hace en mi pueblo solo en Carnaval. Consiste en rebanadas de pan empapadas en miel de caña, con cáscara de limón, canela en rama, matalauva y almendras tostadas. Cuando era pequeña recuerdo de comer rebanadas y rebanadas. Ahora me como una o dos y quedo saciada de dulce durante un día... 

Me llevo dos imágenes de estos días. La primera es de mi isla despuntando primavera. Me perdí los almendros en flor, pero me encontré los campos llenos de flores. Tagasastes en flor, margaritas, amapolas.




La segunda, corresponde a la mayoría de las tardes de estas dos semanas de cuidadora a tiempo completo: mi padre y yo ante la televisión viendo pelis del oeste. Su sillón y el mío pegaditos en el salón. Él dormitando y yo tejiendo. De vez en cuando me cogía de la mano y me daba besitos. Hemos tenido oportunidad de charlar largo y tendido sobre mi vida actual. No la entiende muy bien, pero la acepta. De hablar de pasado, presente y futuro. De Jorge. De la familia. De decirnos que nos queremos. Tiempo para dos. Impagable.


5 comentarios:

albis dijo...

Se me saltó la lagrimilla...

Chitin dijo...

A veces los propios sentimientos te sorprenden... me alegro q estés resolviendo la situación y q la situación vaya poco a poco resolviéndose.
Un abrazo

Adijirja dijo...

Gracias, chicas.
Despacito... Sin pausa, pero sin prisa... 😊

violetazul dijo...

Ay Cris!!! Y yo que me alegro tanto... no del incidente, de eso no, que chiquito susto, sino de esta posibilidad que el susto abrió. No creo en las casualidades, más bien creo que la vida como una labor de las que tejes.. Distintos puntos, distintas fibras, pero todas unidas, sin cabos sueltos, y con mucha lana aún para seguir tejiendo.
Aprovecho la ocasión, para decirte yo también que te quiero mucho, y que te echo de menos.
Tenemos que hablar.. pronto... creo que vamos a cambiar los puestos

Adijirja dijo...

Uf! nena... yo a ti también te quiero mucho... Hasta el infinito y volver, como diría Jorge.
Y de tanto querernos, tanto, igual nos podríamos tomar un algo el jueves o el viernes... que me tengo que dar un salto a tu isla... :) y así aprovechas y me cuentas que labor te quita el sueño...