domingo, 23 de agosto de 2015

Bailamos?


Mi padre me enseñó a bailar cuando yo tenía unos seis años. En el verano, la actividad lúdica más importante eran las verbenas de las fiestas de los pueblos. Y allí nos llevaba mi padre a mi hermana y a mi. Recuerdo que la gente nos hacía corros a los dos mientras bailábamos y no paraba de presumir de lo bien que bailaba su pequeña. Después, mi hermana tuvo un novio venezolano (con el que casualmente aún sigue casada) con el que perfilé la técnica de los pasitos y las vueltitas. Hasta ser capaz de dar un millón sin marearme ni perder el equilibrio. Esa fue mi escuela. Ni academias. Ni profesores. No sé hacer miles de pasos de baile, ni saltos de trapecista, ni nada de eso. Siento la música y me dejo llevar. Los pies y las caderas se me mueven sin pedir permiso. Nomás. Supongo que también tendrán algo que ver mis raíces cubanas. Mi mamá trajo de su isla una maleta cargada con el danzón, el son y la guajira, incorporando más adelante, como iconos musicales a Celia Cruz y a Gloria Estefan.

Es curioso, nunca me ha gustado mucho bailar sola. Cuando lo hago, me parece que me falta algo. Un alter ego en el que verme reflejada y me guíe o a quien guiar. Supongo que no deja de ser una metáfora de mi vida...

Recuerdo a pocas buenas parejas de baile. Una de las mejores fue en la universidad. Había fiesta en mi colegio mayor. Bailamos toda la noche, prácticamente sin hablar. Hasta el punto que nunca supe su nombre, ni volví a verlo. Memorable. 

Escuchar la música. Encontrar el ritmo y seguirlo. Olvidarte de los pies (de los propios y de los ajenos). Sostener la mano del otro, suavecito, sin apretar. La otra mano en el hombro, la suya en tu cintura. Sentir el aliento. El sudor. Un cuerpo como continuación del otro. Cerrar los ojos y dejarse llevar. Hasta que desaparezcan los cientos de personas que pueda haber en la pista.

No puede haber en el mundo nada más erótico y sensual.

Para mi, bailar es como el sexo. Encontrar una buena pareja para lo primero es casi tan gratificante como encontrarla para lo segundo. La conjunción de ambas, no debe de ser otra cosa que una alineación planetaria que solo sucede una vez en la vida.
 

"Ir en el ritmo como una nube va en el viento
No estar en, si no ser el movimiento

Cerrar el juicio, cerrar los ojos
Oír el Clac con que se rompen los cerrojos

Bailar, bailar, bailar, bailar
Me guías tú o yo te guío

Será que me guías tú o que yo te guío
Mi cuerpo al tuyo, y el tuyo al mío

Los dos bebiendo de un mismo aire
El pulso latiendo y el muslo aprendiendo a leer en braille"

Jorge Drexler, Bailar en la cueva.

1 comentario:

Ganxetades dijo...

Qué envidia!!! Yo soy de las que no tiene ni idea de bailar, me encantaría, pero me puede la vergüenza, me siento ridícula...