lunes, 12 de mayo de 2014

Disfraz

Nunca me ha importado demasiado la ropa. Hasta los veinte años (año arriba, año abajo), prácticamente todos mis vestidos me los hacía mi madre. Preciosos, por cierto. En esos días, cuando salía un sábado por la noche con el único NovioOficial que he tenido, incluso me ponía tacones y mis uñas iban pintadas con esmalte.
Pero después empecé en la universidad y según decía mi madre, me volví comunista. Los pocos tacones que calcé, se cambiaron por zapatos cómodos. Mis camisetas favoritas eran una que reivindicaba el 0'7 y otra sobre la insumisión. Supongo que empezaron a importarme más las ideas que el aspecto. Hasta el punto que aquel novio y yo, después de siete años, nos sentamos tranquilamente y decidimos dejarlo con la frase lapidaria de "nuestros caminos han cambiado de dirección, tú quieres ir a plantar florecitas al campo y yo quiero hacerme rico".
Supongo que realmente nunca he sido una hippy al uso. Pero durante muchos años lo normal ha sido verme casi a diario con camisetas pintadas con brujitas o duendes, pantalones vaqueros, calcetines de colores y siempresiempresiempre zapatos planos. La hippy light, me llamaba una compañera del trabajo; la bohemia, que decía otra.
El verano pasado algo cambió. Inexplicablemente. De repente un día me compré un vestido. Y otro, cuando fui a por unos zapatos cómodos, me vi comprando dos pares con tres centímetros de cuña. Hubo más vestidos en el verano. Pero es que además, otro día decidí que necesitaba ropa interior más linda, e incluso un día me vi preguntándole a una dependienta cómo se utilizaba un liguero de esos que se ponen en la cintura y me llevé uno rosa, otro gris, rojo, negro,... Y claro, tuve que comprar medias apropiadas porque en la vida me había puesto unas medias de medio muslo.
Recuerdo cuando en agosto, fui un día a desayunar con MiMasMejorAmigo, el que aguanta mis neuras mentales desde hace como ocho años, y casi ni me reconoce. Solo hacía tres meses que no nos veíamos...
Como todos los cambios que suceden despacito, uno no es consciente de verlos hasta mucho tiempo después. Así es como, hace poco, de repente me di cuenta de lo que había estado haciendo. Me había disfrazado de mujer. Así de simple y de retorcido al mismo tiempo. Creo que ha sido una forma inconsciente de que mi cerebro escuche a mi instinto. Ello vs. Súperyo. Si no me considero con el derecho de sentirme una mujer, tendré que creérmelo al ver mi imagen reflejada en el espejo. Camino inverso. Desde fuera hacia dentro.
En algún sitio me dijeron que era una forma de conectarme con mi diosa interior. De escucharme. No sé. Quizás sean los retazos de Venus o Afrodita que toda mujer lleva grabados en los genes. Pero más bien creo que ha sido un grito que cada vez era más fuerte y que me negaba a oir, de modo que ha acabado por salir de una forma impredecible.
Y una mañana, caminando hacia el trabajo, cuando aún había poco tráfico, entendí lo que decía Bebe. Porque los pasos suenan más fuertes y decididos cuando llevas tacones.

Bailarina
(aunque a veces sean prescindibles...)

11 comentarios:

Chitin dijo...

Chiquilla!!! q es eso de " Si no me considero con el derecho de sentirme una mujer, tendré que creérmelo al ver mi imagen reflejada en el espejo."
Pero bueno!!

Eres mujer, independientemente de q te vistas con traje de hombre, con un vestido precioso, con planos, con tacón, con chándal...

Quiérete!! eso es lo primero, si tú no te quieres...

violetazul dijo...

Y lo bien que te sientan esos vestidos, que???
Que no hay derecho de que una mujer tan linda, ande escondida detrás de faldas al tobillo y zapatos sin gracia!!!
Te lo dije chorrocientas veces estos días! pero qué delgada estás, pero qué guapa, pero qué todo!!!!
Queda poco para el día que te vea con esas cuñas en los pies y con uñas pintadas de rojo pasión a juego con el liguero...
A mí también me encantó verte, y abrazarte, y escucharte... mucho mucho!

Vane dijo...

Preciosa entrada, preciosa preciosa, y como siempre tan bien redactada, tan bien explicada, que trasnmites perfectamente todas tus emociones.
Yo me he abandonado un poco con las niñas, no me pongo tacones a no ser que tenga alguna celebración importante y siempre estoy pensando que debería arreglarme más, que cuando quiera llevar ciertos vestidos, zapatos... etc. ya no voy a tener edad para ello, jaja.
Así que, a ver si tomo tu ejemplo.
Y oye, si este cambio te ha servido de terapia me alegro muchísimo por ti!
Todas somos guapas y está fenomenal que lo sepán los demás ;-)

besitosss

menduca dijo...

El tiempo de cada cosa a veces viene sin que nos demos cuenta.
Me alegra de que estés bien, hace mucho que no te leía.
Anabel

Patricia dijo...

Tus post me encantan :-)

misperendengues dijo...

Qué bonito! y es que cada uno tenemos nuestro momento, a nuestro momento. Sólo hay que esperar y saber escucharlo...

glaramknits dijo...

Y qué bonito lo escribes! Qué si, que aunque no te visto nunca, seguro que los tacones y los vestidos te sientan de fábula! Abrazo

Ganxetades dijo...

Qué gracia! Me he sentido muuuy identificada!! Yo me puse mis primeros tacones el año pasado y mis amigas ni se lo creían... yo lo he achacado a hacerme mayor (un poco vieja) y a no estar tan contenta con mi imagen como mientras he tenido veinte, es muy duro ver como pasa el tiempo por nosotras mismas y a veces nos tenemos que amoldar con "pequeños" cambios...
Es un placer leer tus pensamientos y sentirse acompañada en los propios, pura magia que desde tan lejos te sienta tan cercana!
Un abrazo

Desmadejalamadeja dijo...

Me ha encantado tu entrada y me ha hecho pensar lo de "me he disfrazado de mujer", es fantastico ese analisis. Es genial leerte de nuevo!

Aránzazu PG dijo...

Llevaba tiempo desconectada (otra vez) es increíble lo en paralelo que siento que marchan nuestras vidas....

Un abrazo fuerte!

Circo Golondrina dijo...

No podría decirte cuanto CUANTO me identifiqué con tu relato. Y como entiendo ese proceso!