lunes, 6 de agosto de 2007

La Rama de Agaete






Hay fiestas en el pueblo de Agaete. Desde hace unos días y hasta dentro de dos semanas. Se trata de la fiesta de "La Rama", cuyo momento cumbre consiste en que después de una noche de juerga, a las 5 de la mañana un grupo de individuos del lugar sube al monte de Tamadaba en busca de ramas de árboles (fundamentalmente pinos y eucaliptos), bajan cargados y llegan al pueblo sobre las 11 a.m., donde la muchedumbre los recibe y ellos reparten el botín entre familiares y amigos. Después recorren las calles agitando las ramas y bailando al son de la música de las dos bandas del pueblo, (que se van turnando, porque el "bailecito" dura unas cinco horas) y de los "papagüevos", ésto es, gigantes y cabezudos que simbolizan personas destacadas en el municipio. El grupo de gente en su andar, va solicitando a los expectadores que miran desde balcones, azoteas y ventanas que los remojen con agua ("agüita, agüita, que la rama está sequita...!!"), y en ocasiones lo consiguen, lo cual desata gritos de alegría.


Después de darle un par de vueltas al pueblo, todos se dirigen hacia la playa, donde se meten en el agua y golpean las ramas en el mar, haciendo como si lloviera.


Ni que decir tiene que la mayoría de los "rameros" y "rameras" no son del pueblo y que van borrachos como cubas, lo cual resta mucho al valor etnográfico que la fiesta tiene. Unos cuentan que fueron los mismos guanches los que iniciaron esta tradición, para solicitar de los dioses un invierno cargado de lluvia; como pasó con la mayoría de los ritos aborígenes, después de la conquista de la Isla, esta costumbre se transformó en un rito cristiano, lo cual tiene como consecuencia que las ramas se dejen como ofrenda en la ermita de la Virgen de las Nieves y que toda la fiesta en sí sea en honor a esta Virgen.


Este año, dado el desastre ecológico desatado en la isla en las últimas semanas, se valoró suspender la fiesta, pero el pueblo no estaba de acuerdo, con lo cual se decretó por parte del ayuntamiento que, en vez de bajar ramas desde Tamadaba, se traerían pañuelos verdes. Pero este ejemplo de solidaridad no fue aceptado por la insensible mayoría foránea, que lucían desde pequeñas ramitas hasta grandes fajos de pino y eucalipto. Igual, ni siquiera se habían enterado de que la semana pasada se habían quemado un total de 8.000 hectáreas de un amplio perímetro de 16.000... ¿en qué mundo vivimos?

5 comentarios:

Lolita Blahnik dijo...

te puedes creer que nunca he ido a la rama? no por que no quisiera, siempre me surge algo...

violetazul dijo...

yo si fui varias veces... y recuerdo la fista con mucha alegría: Pedazo de fiesta!!!

Unknown dijo...

... ¿en qué mundo vivimos?

Vivimos en un mundo en el que hay demasiada gente insensible al deterioro de la Naturaleza y eso es una verdadera pena.

dacilay dijo...

Yo tampoco he ido nunca a la rama, y no por falta de ganas. Tengo unos amigos que van cada año y siempre la arman. Tuve una perra, un pastor alemán que también se llamaba calima, me gusta mucho el nombre, ¡qué casualidad!. Me he dado cuenta que no he puesto ninguna foto de guido pero seguro que es más o menos igual.

Anónimo dijo...

Me encantó la iniciativa de los pañuelos verdes. Lástima que no todo el mundo siguiera el ejemplo.