miércoles, 27 de febrero de 2019

Clases de natación.



Los martes y los jueves vamos a clases de natación. A Jorge le gusta mucho. Aquella época de miedo al agua, ya pasó. La piscina está cubierta y climatizada. Pero es invierno. Invierno canario, pero invierno al fin y al cabo. Jorge tiene 9 años y medio y pesa 23 kilos. Ni un milímetro de capa de grasa. Cuando sale del agua está azul y tirita. Tiene un albornoz, pero ni con esas. Al salir de la piscina ni se ducha en los vestuarios. A toda velocidad le pongo la ropa en un intento de que vuelva a coger su colorcillo natural y ya tiene puesto un anorak cuando aún lleva el bañador. 
Este último mes ha estado malito y claro, con tos de camionero fumador no lo voy a llevar al polo norte. Así que hemos ido dejando correr los días. La semana pasada cuando se reincorporó, además de recordar el tema del frío se dio cuenta de que el hecho de estar tanto tiempo fuera le hacía estar más cansado de lo habitual. 
Negociando conseguí un compromiso de continuidad al menos una vez a la semana hasta la primavera.
"Tú no lo entiendes, mami, pero es que tengo MUCHO frío!"
Empatía. Me pongo en su lugar. Es verdad que hace frío. Lo veo salir azul pitufo. Pero si no va, cada vez le costará más. Además, a él le gusta. Pero claro, si le gusta... por qué tanta reticencia?
Le sugiero comprar un chaque de natación de esos ajustatitos para que note menos el frío.  Buscamos alternativas. Se ofusca. Comienza a decir que no sabe si ir o no. Que le cuesta mucho tomar decisiones. Que siempre le pasa. Que no sabe que camino tomar. 

Mmmmm... me he perdido... pero el problema no era el frío??

Tras la indecisión vienen los lagrimones. Y tras los lagrimones un comentario así como de soslayo sobre que por las tardes casi no estamos en casa juntos y cuando llegamos no nos da tiempo de jugar...

Espera... espera... pero si estamos toda la tarde juntos!!! Aunque... es cierto que cuando vamos a la piscina la tarde se complica y no nos da tiempo de nada... 

Cuál es la prioridad? Hacer deporte? Estar juntos? Difícil. Porque es importante que los niños hagan algún deporte, pero mi prioridad ante todo, siempre ha sido estar la máxima cantidad de tiempo posible con él. Jugar antes que limpiar el polvo de los muebles. 

Alternativas:
- Enfadarme porque estoy perdiendo dinero.
- Intentar transmitirle que ha adquirido un compromiso y que debe cumplirlo (lo cual es importante) y que si esto no ocurre será suspendido de la actividad.
- Ejecutar el ordeno y mando (que se me da muy mal)
- Aplicar las teorías de Rosa Jové, esto es, empatizar (poniendo palabras a su sentimiento), decirle como me sentiría yo y dar alternativas. 

Es realmente nocivo que si no le apetece deje de ir un día a una actividad que me consta que le gusta?  Tiene más peso mi necesidad de justificar que hace deporte que su necesidad de no querer hacerlo en un momento determinado?? Puede ser que ello sea la chispa que origine una negativa total y rotunda o quizás puede ser que simplemente hoy necesitara más atención que otros días. Más besos y más apoyo. Porque no todos los días son iguales. Quizás hoy se puso más nervioso de lo habitual con su examen de mates. Quizás el hecho de sacar "solo un 9" en el examen de lengua le hizo pensar que era un fracaso de nota. Quizás en el cole le dijeron algo que no le gustó. No lo sé. Hay cosas que no se pueden expresar pero que salen en forma de lagrimones en el momento más insospechado. Personalmente creo que deberíamos educar más ese sexto sentido y no quedarnos solo con la superficie. Con la negativa, con el enfado. La gran mayoría de las ocasiones los niños tienen buenas razones para hacer lo que hacen. El objetivo no es tomarnos el pelo, simplemente no saben llevar a las palabras  lo que sienten en la barriga. 

Leímos un cuento, jugamos y vimos una peli abrazaditos. Una lectura rápida podría ser que es un manipulador nato y que consiguió su objetivo. Prefiero pensar que enseñar a escuchar y a ponerse en lugar del otro es algo que se aprende con el ejemplo.  

miércoles, 20 de febrero de 2019

Zurich. Tiendas de lanas (Yarn Shops)

En mi lista de tiendas de lana en Zurich estaban tres: Vilfil GmbH, Anna & Juan y Tuttolana GmbH. Mi intención, por supuesto era visitarlas las tres. Pero la mujer propone y los astros disponen. 
En nuestro viaje a Suiza nos alojamos en Zurich y desde allí hicimos ruta hacia distintas ciudades, pero cada noche volviendo al punto cero. Con lo que la "ciudad dormitorio" se quedó para el último día. En este viaje me di cuenta de la importancia de tener muy presente los horarios de las tiendas, porque por causa desconocida para una servidora, en Suiza muchas tiendas cierran los lunes y si no cierran, tienen un horario diferente o solo abren por la tarde. Lección aprendida.
De modo que cuando pasamos por Vilfil, no había abierto y al llegar a Anna & Juan... ya había cerrado. Enfado descomunal. Creo que ahí le quedó claro al Sr. Duende la importancia que tenía para mi el turismo lanero.

Así que Tuttolana es la única tienda de lanas que pude visitar. Está situada en la parte antigua de la ciudad, la más bonita, donde abundan las callejuelas de piedra y los edificios que guardan un aire de otro tiempo, con lo que ir dando un paseo hasta allí es tremendamente grato para los sentidos.



Podemos encontrar marcas como Billum, Langyarns, Lana Grossa, Ito, Soie et laine, Pamir y Artyarns. Mucho de Lang y Lana Grossa. De todas ellas, destacan Artyarns y Soie et laine, pero claro... a un precio desorbitadamente caro... Ese es justo el mayor handicap de esta tienda para los pobres mortales no-suizos originarios de países que tienen una renta per capital más baja... que los precios son excesivos para un bolsillo normalito europeo. 







Al lado de la salida había unas cestas con ovillos en oferta, a un precio razonable. Nada maravilloso, pero eso de irme de un país sin comprar ni un solo ovillo de lana... uf! Así que me fui con dos ovillos de Lang bajo el brazo, de los que que estaban en oferta... por supuesto!! Fue lo único que me permití comprar en esta tienda que daba la impresión de que te iban a cobrar hasta por respirar.
He de decir, que tampoco me quedé con la inmensa pena de haber visto algo de lo que iba a arrepentirme de no comprar.


Habría que añadir que las dependientas eran encantadoras y que me enamoré de los animales tejidos de su escaparate, le daban a la tienda un airecillo de trozo de Alpes Suizos de lo más simpático...




Dirección: Neumarkt 10, Zurich.

jueves, 14 de febrero de 2019

San Valentín.





La primera vez que me hicieron un regalo por San Valentín, tenía 18 años. Fue mi primer novio "en serio". Nuestra relación duró siete años, pero no volvió a hacerme un regalo por el día de los enamorados. Desde ese día, no he vuelto a pasar un 14 de febrero sin pareja. Pero el pobre Valentín, pasa sin pena ni gloria. Nunca más han vuelto a hacerme un regalo ese día. Los ha habido más o menos románticos, más o menos prácticos, pero todos han coincidido en que conmigo... no era una buena idea...Y mira que me gustan las pelis de amor, las canciones romanticonas, los corazoncitos,... pero me parece tan superficial que haya un "día del amor" mientras el resto de los días pasan sin dejar huella...

Yo quiero corazones todos los días. Que me miren con ojitos de corderillo. Que me cojan de la mano por debajo de la mesa. Que me den un abrazo laaaaaaargo cuando llego del trabajo. Que me den besitos mientras preparo la comida. Bailar en el salón y en la cocina si suena una música que nos guste. Que me maten a cosquillas. Ver la luna antes de ir a la cama. Dormir abrazada.

Aunque eso, realmente, tampoco creo que sea El Amor. Eso no dejan de ser indicios de pequeños detalles diarios que hacen la vida más linda.

La vida me ha enseñado que para mi, El Amor, el bueno, el grande, el importante, el de verdad... pasa más por querer al otro tal y como es, con su idiosincrasia particular, no pretender cambiarlo, sino, en todo caso, intentar modificar en uno mismo el efecto que tienen esas rarezas. Búsqueda de equilibrio. Adaptación. Confianza. Y sobre todo.... libertad. Libertad para elegir cada día que este es el sitio donde quiero estar. No porque haya un contrato firmado, sino porque de forma consciente elijo que este es mi sitio. No necesito saber que dentro de diez años vas a seguir conmigo, lo que necesito es saber que si hoy estás no es por rutina o por miedo, sino porque no hay un sitio mejor para pasear en el mundo entero que sobre los caminos de nuestra piel.


"Si el sueño pierde pie, resbala, queda colgando de un hilo

Prefiero una noche entera en vela, a tener el alma en vilo"
Dame una noche de asilo. Jorge Drexler



Gamla Stan, Stockholm


jueves, 7 de febrero de 2019

Color Affection Berlin



El Color Affection ha sido mi primer chal "largo". Está tejido en Holst Garn, un hilo precioso, con un aspecto rústico que me encanta como queda al trabajarlo. Con respecto al modelo es... curioso... lo de las vueltas cortas es lo que lo salva de ser un pelín aburrido, pero con eso, hay que reconocer que tiene su gracia.


Fue una labor empezada en el mes de mayo en Dinamarca y estrenada en el mes de enero en Berlín. En medio, me acompañó durante las distintas salidas del verano, que una, además de disponer de muy poco tiempo para tejer, teje despacito.


Este invierno lo he utilizado muchísimo. Me encanta la longitud que tiene y su combinación de colores. Dudaba entre amarillo y naranja. Pero tras un arduo debate entre Violeta y yo... ganó el amarillo. Acierto.


En Berlín, le hicimos una sesión de fotos en la Puerta de Brandeburgo. Un domingo a las 8 de la mañana de un MUY frío día de enero. De ahí que pudiera fotografiar el icónico monumento casi para nosotros solos. Todo un mérito.



Impresionante la puertita. Uno casi que puede imaginarse a Napoleón desfilando por ella o a Hitler con sus tropas. La necesidad de ostentación de fuerza de los hombres a lo largo de la historia.  







viernes, 1 de febrero de 2019

Montar en globo.



En la lista de cosas que hay que hacer antes de morir (la de siempre, la que escuchábamos cuando éramos pequeños), esa suele ser de las más complicadas. 

Plantar un árbol. Hecho
Escribir un libro. Hecho.
Tener un hijo. Hecho.
Montar en globo. (...) Montar en globo?? 

En nuestro caso, la infraestructura que hay que montar es tal, que para empezar hay que salir fuera de la isla, y no por el simple hecho de vivir rodeados de mar, sino porque al elevarse el globo, son las corrientes de aire las que lo llevan, de modo que sabes de dónde sales pero nunca, con exactitud a donde vas a llegar; así que los vientos alisios en esas circunstancias, poco ayudan. 

Se me ocurrió como regalo de cumpleaños para el Sr. Duende. Y, lo cierto, es que di en el clavo. Es impresionante sentir como se eleva el globo e ir viendo los coches y las casas cada vez más pequeños, con el aire en la cara, pero también al calor de los chorros de aire caliente que son los que hacen que el globo suba. No hay miedo, bueno... un poquito cuando despega y te sientes pájaro sin serlo y tu cerebro dice que algo debes estar haciendo mal, porque tú no tienes alas. Va despacio. Da tiempo de acomodarte a la nueva situación, disfrutar y hacer miles de fotos. 

Señalar que el globo es ENORME, la cesta en la que íbamos era para doce personas y según nos comentaron, los hay mucho más grandes.

Elegí Glovento Sur, en Granada, por recomendación de una amiga. Su dueño es de Gran Canaria. Un isleño enamorado del mundo de los globos, que luchó por hacer posible este sueño de locos.

Hay distintos paseos que puedes elegir, entre ellos uno sobre Granada y La Alhambra, que tiene que ser espectacular, pero también es el que necesita de más condiciones metereológicas particulares y nosotros solo íbamos a pasar un fin de semana, así que no quise arriesgarme. El paseo que elegimos fue sobre la zona de Guadix y merece la pena al cien por cien. Si tienes la oportunidad... no lo dudes... Para nosotros ha sido una experiencia para poner con letras doradas en el diario de nuestra vida.


















Montar en globo: hecho.

Así que a partir de ahora... tendré que generar una nueva lista de imprescindibles... Se admiten sugerencias... ;)


viernes, 22 de junio de 2018

Iglesia de Matías (Matyas Templom. Budapest)

La Iglesia de Matías, en Budapest, es una de las iglesias más bonitas que he tenido la oportunidad de visitar. La cara de sorpresa no se me quitó desde que puse el pie en la puerta de entrada. Se trata de una edificación absolutamente envolvente, que te transporta a otra época. Está ubicada junto al Bastión de los Pescadores y relativamente cerca del Castillo de Buda. No tiene pérdida. 



Hice decenas de fotos de los tejados. Cada trocito. Desde cada ángulo. Esos colores...




Cada una de las puertas de la iglesia es impresionante.



Y ya en el interior... la combinación de colores, con azules, amarillos y naranjas dominantes es espectacular. Cualquier rincón que mires está pintado, desde la parte baja de las paredes hasta lo alto de las cúpulas. Dibujos geométricos, murales,... es como si te metieras en un caleidoscopio gigante.








Hasta los dibujos más sencillos de las paredes son preciosos.


Fue una pena que llegáramos hasta aquí después de pasar el día entero en la ciudad antigua, ya que llegamos unos quince minutos antes de que cerraran y no nos dio tiempo de saborearla despacito, como se merece. Tampoco pudimos subir a la torre, porque ya estaba cerrada. Personalmente me parece que merece la pena la vista desde lo alto de la torre más alta (como dicen en los cuentos), tanto por el paisaje como por el simple hecho de ver el entramado de tejados desde la parte superior.











Y en los ventanales vidrieras de colores, para darle aún más esplendor si cabe.


Si tuviera que elegir un centro religioso de Budapest, sin duda, este sería mi elegido. Merece la pena pagar el precio de la entrada, como si de un museo más se tratara. Y, aunque no lo parezca, se trata de una iglesia cristiana católica. Me pregunto... cuántos cientos de miles de horas habrán estado decorando esta Obra de Arte con todos sus detalles y en toda su magnitud, hasta dejarla tal cual es... Los primeros vestigios datan de 1015 y cada rey quería dejar su impronta. Invasiones bárbaras. Guerras. Y ahí sigue. Viéndonos pasar.