lunes, 12 de marzo de 2018

Lisboa. Azulejos y el Mirador de Santa Lucía.

En cada ciudad que visito se me van los ojos a los detalles. A las cosas que unen los encuadres.
Lisboa, como no podía ser menos, está unida por los azulejos. Mires a donde mires hay paredes con azulejos. Destacan los de fondo blanco y trazos en azul añil. 

En una visita al Museo Nacional de Arqueología ubicado en el ala este del Monasterio de los Jerónimos, vi este mosaico de la colección de arte romano y me dio por pensar (sin tener ninguna base histórica para argumentarlo, más que mi propia intuición) que quizás desde ese entonces, podría venir el interés de los habitantes de la zona por plasmar su arte de esta manera. Con los recursos de la época, la paciencia para ir uniendo pequeñas teselas y configurar un gran mosaico se me hace una tarea ingente, con un resultado impresionante.

En la capilla franciscana de la Catedral de la Sé, guardado entre barrotes protectores, encontramos a este San Antonio predicando a los peces, datado en 1195.

Un sitio en el que pasé mucho rato fotografiando detalles fue en el Mirador de Santa Lucía, el más famoso de la Alfama.  Se trata de un sitio absolutamente encantador en el que parece que el tiempo se ha parado.  

En sus paredes desconchadas podemos encontrar distintas instantáneas de la historia de la ciudad, como una representación de Lisboa, vista desde el Tajo.
Una imagen de la Reconquista del Castillo de San Jorge por parte de los cristianos.



O una representación de la Plaza del Comercio con el aspecto que tenía antes del terremoto de 1755,


Amén de los numerosos detalles que abundan en los rincones.





Y ya, si nos detenemos a mirar las vistas sobre la Alfama... lo hacen un sitio absolutamente imprescindible...


La Alfama, el más antiguo y característico barrio de Lisboa, está conformado por un entresijo de calles que configuraban las zonas de viviendas típicas de pescadores y artesanos.


En la maraña de tejados, destaca al fondo la cúpula del Panteón Nacional, en la Iglesia de Santa Engracia.




Al este, la Iglesia de San Vicente de Fora,


Y cerca de la orilla del Tajo, la Iglesia de San Esteban,


Azulejos decorando fachadas,










Por último, destacar que lo que se ve en las calles en la derivación actual, nos lleva a observar un estilo más moderno, aunque sin olvidar lo que la ciudad lleva grabado a fuego en sus venas.



Y, cómo no, mosaicos también recordando a los viajeros en el metro, de donde viene la ciudad y las perspectivas de futuro que, a pesar de venderse como la reina de la saudade, sin duda, tiene.


1 comentario:

Chitin dijo...

¡Qué fotos más chulas! nosotros hace siglos estuvimos en Oporto y nos encantó, Lisboa es uno de los sitios pendientes de visitar...