Bufandaciempiés

En mi armario no hay ropa negra. Al menos, no al cien por cien. Lo más cercano es una blusa que tiene alredor del cuello dibujos de flores azules y rosas, bueno, y el vestidito famoso, entre color vino y negro, de mi cena navideña. Supongo que debe ser porque es un color que, como dice una amiga mía, perturba mi aura.

Me gustan los colorines, independientemente de la estación que sea. Eso sí, en invierno es más difícil encontrar ropa de estas características en las tiendas. El verde pistacho o el fucsia parece que están condenados a salir a la calle solo en verano. No obstante, como no me dejo llevar mucho por las modas, he ido atesorando a lo largo de los años ropa de invierno de lo más variopinta.

De este modo, no es de extrañar que cuando el otro día aparecí por el trabajo con mi nueva bufanda al cuello, me miraran con cara de extrañados y dijeran: "Pero si es negra!!"

Para unos parece una tarántula. Para otros un ciempiés. Para los menos creativos es, simplemente, una bufanda negra... eso sí, con puntitos de colores...