La vuelta al cole...

... siempre ha sido dura, pero después de pasar tres semanas en La Palma, donde el tiempo pasa más despacio, la cuestión se hace aún más difícil.
Esta mañana me había propuesto empezar con buen pie. Me levanté antes de la hora y a las siete ya estaba en el coche, con la compañía inestimable de mi amigo Drexler. Ocho minutos después me doy cuenta de que me había dejado la tarjeta del parking sobre la mesa. Media vuelta. Ya con quince minutos de retraso sobre la hora estimada, me encuentro con el primer atasco. "No pasa nada -me dije- cogeré la vía alternativa". Prueba superada sin incidencias. Pero es que diez minutos después me encuentro con El Atasco, ésto es, una laaaarga cola de unos tres o cuatro kilómetros de coches detenidos, ante lo cual, ni vía alternativa (que la usé, pero claro, otros cien coches habían pensado lo mismo que yo) ni ná. Menos mal, que al menos mi jefa estaba solo a unos cientos de metros de mi coche y llegó tan tarde como yo.
Tras los besitos de rigor, el resumen de mis vacas y el vaciado del buzón de correo, uno de mis compañeros se puso tan contento de verme, que me cedió (amablemente y sin ningún tipo de coacción) una reunión a la que él no podía ir y de la que yo no tenía ni idea. Llego al sitio en cuestión, tarde, por supuesto, y todos los presentes me miran con cara de sorpresa, ya que la reunión la había puesto unánimemente mi compañero sin contar con "la parte contratante" (como diría Groucho). Al llamarlo para pedirle explicaciones, devanea unos minutos, para acabar soltándome que además de no haber confirmado la reunión, se había dado cuenta de que la tercera parte que debía estar allí presente no lo estaba porque al enviarles la cartita se había olvidado de poner el lugar de la reunión.
Los niños no me han tirado de las trenzas, ni me han robado los creyones de colores, pero para ser el primer día de cole no está mal, no?
Cuando consiga ubicarme un poco, prometo crónica resumida de las vacas.