jueves, 20 de noviembre de 2008

Una de romanos...


Los que nos conocían nos decían que "no pegábamos". Sus amigos tenían miedo de lo que iba a ser de él cuando yo lo dejara (que seguro sería pronto) y mis amigas a que yo sentara cabeza. Pero desde nuestro punto de vista, cumplíamos todos los requisitos necesarios para ser una excelente pareja: él era mayor que yo (por una semana) y más alto. No habría problema.

Además, tenía claro qué quería ser en la vida: ingeniero informático. Yo no lo tenía tan claro, pero le habría seguido hasta el fin del mundo: también empecé a estudiar ingeniería. Así que fuimos juntos a La Laguna. Dos criaturitas de 18 años con ganas de comerse la vida de un bocado. Sin una peseta, pero con los bolsillos atiborrados de amor. Bocadillos de leche condensada con crema de cacahuete. Morena la piel de tanto estar en la playa. Sabina. La misma mesa siempre en el mismo bar.

Fueron siete años de servir de apoyo familiar el uno para el otro. De independencia forzosa por las circunstancias a las que obliga la insularidad. Crecimos demasiado pronto y tuvimos que asumir responsabilidades que en otras circunstancias no habrían sido viables.

No nos dimos cuenta de un día para otro. Fue un proceso largo, porque ninguno de los dos quería asumirlo. Su familia era la mía. Mis amigos, los suyos. Negábamos lo evidente. Dejé la ingeniería y encontré algo que me apasionó por completo. Y el mundo, a pasitos lentos, empezó a cambiar. Poco a poco yo empecé a querer ir al cine para ver pelis de autor, mientras que a él le gustaban las de efectos especiales. A ver obras de teatro que le aburrían.

No hubo gritos. Ni peleas. Ni "la culpa de todo la tienes tú". Simplemente un día nos sentamos en el sofá del salón y nos escuchamos decir que nuestros objetivos en la vida eran diferentes. "Tú quieres ir a plantar florecitas en el campo y yo quiero hacerme rico". No eran cosas compatibles.

Ahora vive con su pareja en Tenerife. Estuve con ellos cuando nació su hijo. Cuando cumplió un año. Cuando cumplió dos. Nos llamamos por teléfono a menudo. Si ellos vienen a Gran Canaria procuramos vernos, aunque solo sea un ratito antes de subir al barco. Comen en casa o se toman un café. Si yo voy a Tenerife, a veces me quedo en su casa o almorzamos juntos. No hay rencor. Solo confianza. Respeto. Cariño. Los quiero... con ese amor sin fisuras que únicamente da la madurez.

12 comentarios:

AnyGlo dijo...

Una historia bellísima pese a ser de "Romanos".

Hay una frase que concluye diciendo:
"...Sonríe porque ocurrió"

Un abrazo y sé Feliz!!!!

Anónimo dijo...

cuánta razón hay siempre en las letras del genio...

...bonita historia para irme a dormir


buenas noches - buenos días

MªEugenia dijo...

Siempre nos quedará Joaquín. Y a veces la nostalgia, hasta....nos viene bien. Un ratito.

Un beso y gracias por tus visitas.

violetazul dijo...

Se te lee sosegada, madura, tranquila.. Cuánto me queda por leerte, para sentirme aunque sea un pizquito zen..
Besos guapisima

Lolita Blahnik dijo...

Buffff... que generosa eres... supongo que con el tiempo yo tambien lo podre ser.
No quiero olvidarme de nada, ni pasar pagina. No pretendo que todo sea como antes. Solo quiero ver a quienes quiero y no juzgarles.
Como soy un ser paciente, me sentare, aqui, a muchos kilometros a esperar y esperar, porque estoy segura de que ese momento de tranquilidad tambien nos va a llegar a nosotros.

La Dama Zahorí dijo...

Es muy difícil llegar a consolidar una relación de ese tipo con alguien con quien has compartido tanto. Debes ser una persona realmente excepcional para conseguir ese equilibrio, no me cabe duda de ello. Felicidades por ser así.

Olivia_p dijo...

que bonito post, un regalo para ellos, para nosotros

besitos al tuno dijo...

Tu post es muy bello. Se nota que tienes un gran corazón y la cabeza en su sitio. Las cosas con calma y habladas son menos traumáticas. Hay que quedarse con lo bueno de cada momento y recordarlo para siempre. Muchos besos.

Maie dijo...

Definitivamente un kilo de madurez... yo fui siempre un desastre para las rupturas... todas fueron dolorosas e hirientes... es uno de los temas que me duele mas manejar porque me vuelvo una burra total...pongo el corazon sobre la razon y en el proceso pierdo totalmente la razon...y desgarro al corazon...
Pero dado el tema y mi demostrada incapacidad para manejarlo prefiero NO tener que pasar por otra ruptura para probar si he aprendido algo...

Espita Gorgorita dijo...

que dos post tan magnificos, si eue cuando dicen que el tiempo todo lo cura tienen toda la razon!

Casiopea dijo...

Yo no podría romper de esa manera. No lo haría gritando, tampoco, pero no podría mantener amistad con quien me he acostado. Nunca he sido capaz. Quizá porque en el momento de dejarlo yo aún amaba. No sé. No suelo mantener el contacto y no sé qué pasaría ahora. Desde luego, tu forma de enfocarlo es admirable. Y tu forma de contarlo, preciosa.

Besos

Casiopea

Anne Marie dijo...

Que post tan bonito. Hay que guardar los momentos y las fases bonitas de la vida aunque no hayan durado. Son pequeños tesoros que viajan con nosotros durante la vida. Tanto por lo que aprendemos y crecemos con ellos, como por los recuerdos que nos dan.