Con el paso de los años comprendió que nunca le habían gustado las alturas y que probablemente ésta era la razón por la cual desde niña se ponía nerviosa cuando tenía que viajar en avión. Aquel día, además se sumaba el hecho de que fuera el viaje de fin de curso. No paraba de hablar, ni con sus compañeros de clase, ni con los de viaje. Así le conoció. Estaban uno a cada lado del pasillo. No dejaron de charlar en todo el trayecto. Era muy guapo. Y simpático. Y mayor: ella tenía 16 años, él 19. Era soldado e iba a pasar unos días a su casa. Cuando se despidieron en el aeropuerto ella le echó valor y se quedó con la etiqueta identificativa de su petate. "Por si necesito a alguien que me enseñe esta ciudad".
La inconsciencia de la adolescencia: dos días después le mandó un telegrama con la dirección de su hotel.
Juntos vieron todos los parques y ella subió por primera vez en un tren.
Una noche sin dormir. Un zapato roto. Una abuela que sabe coser. Una chaqueta con su olor.
"¿Por qué no te casas conmigo?"
A ella le dió miedo. A fin de cuentas... sólo tenía 16 y una vida inmensa por delante.
"De acuerdo. Lo entiendo. Ven a estudiar aquí. Te esperaré."
Estuvieron colgados de un sueño cerca de dos años, pero la realidad de la distancia y las pocas perspectivas de un futuro en común fueron creciendo. Cientos de horas de teléfono no fueron suficientes para ella.
Pasaron los años. En una ocasión lo llamó. Acababa de casarse. En otra, volvió a su ciudad. No se vieron.
Un buen día la llamó por teléfono. ¿Cómo hacen las voces para no cambiar con el paso de los años?
"¿Cómo estás? Cuéntame cosas de ti"
"Tengo una hija. Es muy inteligente y guapa y simpática. Hace honor a su nombre. Espera que te la paso... Ven... saluda a la tata... No te puedes ni imaginar el trabajo que me costó convencer a su madre para que me dejara ponerle ese nombre a la niña"
A ella se le hizo un nudo en el estómago. Habían pasado casi quince años y allí había una pequeña con su nombre ¿Cómo podía ser qué... ? ¿Después de tanto tiempo...? Se sintió culpable. Pensó en cuánto daño le había hecho. Pero también se sintió feliz. Feliz de haber sido tan importante para alguien. Feliz de que se la recordara con tanto cariño como para, a pesar de todo, querer tenerla presente todos los días de la vida.
Él tiene 38 años. Ella 35. Siguen hablándose de lejos. De los niños. Del trabajo. De la vida. Les gusta saber que están ahí. Aunque sólo sea, a veces, para estar un poco menos solos.
Hace 2 semanas
17 comentarios:
Sí, en ocasiones "Veinte años no es nada". Y los grandes amores, como las grandes pasiones. Nunca, nunca se olvidan.
Un gran abrazo literario, y gracias por compartir.
Es una hisatoria dulce, nostálgica y realmente bella!!!!
Si echo la vista atrás me da una apena terrible, porque hace veinte años sólo pensaba en muñecas y barrio sésamo y ahora es mas dura la realidad...
Qué historia tan bonita.. a la par de dura.. y sí 20 años no es nada..
Muchos besos y buen finde!
Que bonito... y un poco nostálgico, pero me encanta. Un súperabrazo!
me acabo de echar a llorar... gracias, creo que lo necesitaba.
Gracias por dejar un comentario en mi blog, gracias a ello he llegado yo al tuyo...
Me ha encantado tu relato. Precioso, y precioso también que esa niña lleve tu nombre!
Un abrazo y feliz domingo!
Bonita historia chiquilla...
Te dire que los Pilares de la tierra me lo leí en sólo una semana, no te voy a decir que se me hizo corto, porque había partes muy pesadas (mucho relleno con los tecnisismo de la construcción de la catedral) pero me gustó :))
Un beso
Ana
Belliiiiiisimo....simplemente espectacular el relato...
esa es precisamente la magia que existe en la monotonía de la vida y sus recovecos, que pasen 20 años y no sea nada, que reconozcas una voz y en ella te reconozcas tú y que esa voz te acompañe siempre...
un saludo
touché.
Que historia tan sencilla y complicada a la vez. A veces mi suegra me cuenta historias de cuando ella era joven y soltera y siempre pienso, cuando la escucho, que tal y como lo cuenta, parece que le hubiera pasado ayer...La memoria es vital en los mejores recuerdos de una vida. Besos
algunas cosas las mantenemos siempre vivas en el corazón, como una necesidad que nunca se satisfizo, pero hay que quitarle nostalgia y melancolía para mejor mirar hacia adelante...
besito
Qué historia más triste... quizás algún día esas vidas vuelvan a cruzarse... 20 años no son nada y todavía quedan muchos por venir.
Saludos
...hola! Las zapatillas Converse de Camila Engman acaban de ponerse a la venta. Me pediste que te informara y ya ves.
Besitos.
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me encanta la historia.. por eso y por otros post que has publicado acabo de darte un premio :D
pásate por mi blog
¡Pero que bonita historia! Cuando visité tu blog no me paré el suficiente tiempo. Hoy he disfrutado mucho leyendo esta historia. Enhorabuena y gracias por compartirla.
Un beso
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